Tal vez, estimado lector lectora,
recuerde que en abril pasado comentaba que académicos chilenos, alentados por
la creación de un ministerio de desarrollo social en 2011, le propusieron al
presidente Sebastián Piñera la creación de un ministerio de ciencia y
tecnología (Campus Milenio No. 459). Una
situación relativamente similar a la que ocurre en México.
En ese entonces, la propuesta de los
científicos chilenos obtuvo el respaldo de una comisión de senadores. Pero no, la
idea no se materializó y quizás no se realice. En su lugar, probablemente, el
actual organismo de regulación de la actividades científicas y tecnológicas que
actualmente pertenece al ministerio de educación, quede sectorizado al
ministerio de economía.
El traslado de la Comisión Nacional de Investigación
Científica y Tecnológica (CONICYT), el organismo regulador de las políticas
sectoriales, al ministerio de economía no es un hecho. Sin embargo, la sola
mención de que así podría ocurrir ha provocado inquietud en un segmento de
científicos.
Según
reportó la Red de Ciencia y Desarrollo (scidev.net), el desazón surgió a raíz
de las declaraciones del ministro chileno de Economía, Pablo Longueira, quien
señaló hace un mes la importancia de que CONICYT se radicara en su ministerio
para que la inversión pública en el sector tuviera un mayor vínculo con el
aparato productivo.
La
declaración parecía anticipar el sentido en el que se resolvería la idea de
crear una nueva estructura administrativa en el caso chileno. Además, la
directriz de aproximarse lo más posible a los requerimientos del sector
productivo en una propuesta que tiene prioridad y cobra fuerza en la mayor
parte de naciones en desarrollo. Es el eje principal de las iniciativas en la
materia.
No
obstante, la posibilidad del traslado causó malestar en una parte de
científicos chilenos, particularmente en los que se agrupan en una veintena de
asociaciones que realizan investigación básica y en la Academia Chilena de
Ciencias (ACC). De hecho, esta última volvió a reiterar la semana pasada su
propuesta del mes de abril acerca de la necesidad de creación de un ministerio;
una idea plasmada en su documento sobre la necesidad de una nueva
institucionalidad para el sector, a lo cual ya nos referimos en su oportunidad
(Campus No. 459).
Por
su parte, el consejo de asociaciones científicas, en declaración pública
manifiestan que lo importante es contar con una política de Estado y la
creación de un “Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; un
cuerpo autónomo del Estado de Chile, con rango ministerial, que elabore las
políticas de desarrollo de estos ámbitos a largo plazo, dentro del cual esté
considerado el fomento de las artes, filosofía, ciencias, letras, etc. en forma
armónica y de acuerdo con el desarrollo general del país” (aipuchile.wordpress.com).
Lo que se advierte es una tensión por la
orientación que debiera tener la política científica y tecnológica. Un
movimiento dirigido al fomento a la investigación básica y a la formación de
científicos; otro, en sentido contrario, dirigido a las necesidades del aparato
productivo, el desarrollo tecnológico y la innovación. Por tanto, no es
irrelevante si el organismo rector de las políticas se adscribe a un ministerio
de educación, uno de economía o es completamente autónomo.
El asunto tampoco
está resuelto en el caso de México, tanto en lo que se refiere a la orientación
como en lo que concierne a la estructura administrativa. En las décadas
anteriores las decisiones han oscilado en uno y en otro sentido, según el
programa sectorial en vigor, las circunstancia económicas y políticas del
momento o las veleidades del gobernante en turno.
También permanece
en la incertidumbre si, a partir del próximo primero de diciembre, el nuevo gobierno
realizará un cambio institucional. Hace dos semanas aquí mismo comentamos que el
rechazo inicial de Peña Nieto a la creación de una secretaría de ciencia y
tecnología ya no es evidente y ahora existe un responsable del equipo de
transición claramente identificado con la vertiente científica. Hoy se habla de
la creación de cinco nuevas secretarías, de una agencia de innovación y de un
“rediseño institucional” que habrá de diferenciar al nuevo PRI (Enfoque 14/10/12: 14).
(Publicado en Campus Milenio No. 483. Octubre 18, 2012)