jueves, 20 de marzo de 2014


Acceso abierto y Repositorio Nacional

 
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
El Senado aprobó una iniciativa de ley para normar e impulsar el Acceso Abierto (AA) a la información científica y académica. La iniciativa ya pasó a la Cámara de Diputados y seguramente será aprobada en el corto plazo. En breve estará vigente el tema y sus implicaciones. Ni más ni menos.

El proyecto original de ley lo presentó en marzo del 2013la Senadora Ana Lilia Herrera, legisladora priista por el estado de México, pero lo retiro en agosto para hacerle algunas adecuaciones y volvió a ingresarlo el 9 de diciembre de ese mismo año. El dictamen correspondiente se discutió y aprobó en el pleno el 13 de marzo de este año. Una relativa celeridad para los tiempos del Senado.

La iniciativa considera modificaciones a las leyes de Ciencia y tecnología, General de educación y Orgánica de Conacyt. El objetivo principal es establecer como principio legal para las políticas públicas en la materia, la diseminación de contenidos científicos, educativos, de investigación e innovación, mediante el usos de plataformas de acceso abierto.
 
En particular, la propuesta de ley define lo que es el AA y el Acceso a Recursos de Información Científica y Tecnológica de Calidad (ARICYTC). También faculta a Conacyt para diseñar y ejecutar la estrategia de AA, lo mismo que para crear y establecer un Repositorio Nacional de Acceso Abierto y la coordinación de los repositorios ya existentes.
 
Por ejemplo, en la reforma a la ley de ciencia y tecnología, se precisa que por AA se entenderá: “el acceso a través de un plataforma digital y sin requerimientos de suscripción, registro o pago, a las investigaciones, materiales educativos, académicos, científicos, tecnológicos y de innovación, financiados con recursos públicos o que hayan utilizado infraestructura pública en su realización, sin perjuicio de las disposiciones en materia de patentes, protección de la propiedad intelectual o industrial, seguridad nacional y derechos de autor, entre otras, así como de aquella información que, por razón de su naturaleza o decisión del autor, sea confidencial o reservada” (artículo 65).
 
Un cambio notable y deseable en el acceso a la información científica que recupera la intencionalidad del Congreso de Budapest del 2001, cuya definición es mejor conocida como la BOAI (Budapest Open Acces Initiative,por sus siglas en inglés). Una reunión en la que se reconoció, por primera vez, la inminencia del AA a revistas científicas y académicas por la posibilidad que ofrecía Internet para la libre diseminación de bienes, algo que no era posible en los días del formato único de papel impreso.
 
En cuanto al ARICYTC, la reforma propuesta en México aclara que se refiere al “conjunto de técnicas utilizadas para buscar, categorizar y acceder de manera inequívoca, al texto completo de publicaciones reconocidas por los sectores de ciencia, tecnología e innovación, y que son resultado de la revisión por pares” (artículo 66), pero que también incluye bases de datos que contienen, citas, información bibliográfica de revistas, tesis, protocolos, memorias de congresos y patentes, entre otros.
 
El Repositorio Nacional será operado por Conacyt y su función principal será el “acopio, preservación, gestión y acceso electrónico de información  y contenidos de calidad” que se producen con fondos públicos. El repositorio “operará mediante estándares internacionales que permitan buscar, leer, descargar textos completos, reproducir, distribuir, importar, exportar, identificar, almacenar, preservar y recuperar la información que se reúna” (artículo 70).
 
Un primer elemento a considerar es que el AA depende enteramente de los derechos de autor, si el propietario de ese derecho permite el acceso no existe ningún problema, pero en caso contrario, el acceso simplemente no procede.

Otro asunto es si trata de un acceso libre y/o gratuito. Esto es, como lo planteo el estudio de UNESCO del año pasado, un asunto es permitir el AA para reusar el contenido o solamente para su lectura. El primer caso es libre; el segundo es el gratuito que no permite explícitamente otros tipos de reuso.
 
Un elemento adicional, y quizás el más sobresaliente, es el papel de las grandes revistas en la diseminación del conocimiento. Una buena ilustración del caso es la de Randy Schekman, biólogo de la Universidad de Berkeley, ganador del Premio Nobel de Medicina en 2013, quien anunció un boicot a las prestigiosas revistas Nature,Sicence o Cell y, en su lugar, voltear a las revistas de libre acceso que son gratuitas para cualquiera que quiera leerlas y no tienen caras suscripciones que promover. (El País10.12.2013).
El debate ya está aquí. 
(Publicado en Campus Milenio No. 552. Marzo 20, 2014, p.4)

jueves, 13 de marzo de 2014

Media superior: Espacio y/o Sistema

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99


Tal vez la idea de crear un Sistema Nacional de Bachilleratoquede para un mejor momento. En su lugar, probablemente, quedará instalada la opción de un Espacio Común de Educación Media Superior.

Al inicio de la administración de Felipe Calderón se impulsó la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS). Una reforma de gran alcance, compleja, amplia y profunda, después de décadas de olvido y deterioro del nivel.

La RIEMS, en sus trazos más generales, se integró por cuatro ejes. Uno, un marco curricular común con base en competencias, el cual se supone que compartirán todos los subsistemas y modalidades de la media superior. Otro, lasnormas específicas para la definición y regulación de las distintas opciones educativas de este nivel.

Un tercer eje era la instauración de mecanismos de gestiónpara definir estándares y procesos comunes, como sería el caso de las tutorías, la orientación, el desarrollo docente, el equipamiento o los mecanismos adminsitrativos de tránsito. El último, como culminación de los ejes anteriores: un modelo de certificación nacional, complementario al de los susbsistemas y modalidades.

Sin embargo, desde que se planteó el diseño de la reforma se hizo notar la dificultad, técnica, política y vocacional, de integrar un Sistema Nacional de Bachillerato que agrupara, aunque fuera en un “marco de diversidad”, a los diferentes subsistemas. Un aparente constreñimiento que tal vez se iría al extremo opuesto de lo que era el nivel.

La reforma, no obstante, siguió su marcha. Enfrentó algunos obstáculos, como la oposición a algunos de los recortes en los contenidos curriculares, la negativa a los concursos de oposición, el cambio de administración y los sucesivosnombramientos de responsables, entre otros.

Pero el punto decisivo de integrar un Sistema Nacional de Bachillerato con todos aquellos planteles que habían adoptado y acreditado un Marco Curricular Común, así como la definición de estándares, procesos comunes y una infraestructura adecuada, nada más no parecía avanzar.Todos ellos certificados por el Consejo para la Evaluación de la Educación del Tipo Medio Superior (Copeems).

A la fecha, las cifras más recientes disponibles indican que solamente alrededor del 4 por ciento de un total de 4.5 millones de alumnos del nivel está inscrito en un plantel perteneciente al Sistema Nacional de bachillerato.

Sin embargo, el pasado 7 de marzo, el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, instaló lo que denominóConsejo Coordinador del Espacio Común de Educación Media Superior del país. Un organismo con representantes de seis regiones y ocho comisiones de trabajo, los cuales aglutinan, dice el boletín informativo de SEP, a 900 representantes de todo el país de los distintos subsistemas.

Según dijo el titular de SEP, el Consejo Coordinador tendrá como tareas: “favorecer la articulación entre planteles y subsistemas; apoyar la infraestructura y el uso compartido de la misma; aprovechar las tecnologías de la información; facilitar los intercambios locales regionales, nacionales e internacionales de los estudiantes; impulsar la inclusión educativa”.

Pero el mismo subsecretario Rodolfo Tuirán, indicó que el Espacio Común “dotará de orden e identidad a la Educación Media Superior sin perder su diversidad; favorecerá la cooperación de todos los actores involucrados; difundirá con mayor celeridad la política pública respectiva; facilitará la comunicación e intercambio de prácticas exitosas y propiciará un uso más eficiente y óptimo de los recursos disponibles” (Comunicado 049).

Si es el caso, entonces tal parece que el Espacio será más bien un sustituto de lo que se había planteado como Sistema.La modificación es relevante y no es solamente un asunto de denominación. En primer lugar porque se supone que los cuatro ejes de la RIEMS apuntaban a la edificación de un Sistema y no queda claro cuál es el lugar del ahora denominado Espacio.

En segundo lugar, porque se supone que está vigente toda una normativa sobe el Sistema Nacional de Bachillerato y nada sobre el Espacio Común. Empezando por el rango de ley (Acuerdo 442 en el DOF 26.09.2008), luego la certificación de planteles por parte del Copeems y, por último, las metas que se plantearon en el programa sectorial. Este último, por cierto, nada dijo sobre el Espacio Común.

Entonces ¿la meta de la RIEMS la trasladamos, literalmente, al Espacio? ¿Es un punto y aparte? ¿El Espacio es una estrategia similar a la del ECOES? Seguramente pronto lo sabremos.

 (Publicado en Campus Milenio No. 551. Marzo 13, 2014, p.4)

jueves, 6 de marzo de 2014


Equidad educativa y el empoderamiento de las mujeres

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
 
El año próximo se cumplirán cuatro décadas de la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, auspiciada por Naciones Unidas y realizada en la Ciudad de México, en donde se emitió la “Declaración de México” con sus 30 principios sobre equidad y la contribución de la mujer al desarrollo y la paz. También será un lapso similar desde que se instauró la celebración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Un largo trayecto, precedido por múltiples y variadas luchas todavía más largas, en la búsqueda de una elemental equidad en derechos, dignidad, oportunidades y responsabilidades. Mucho se ha avanzado en las últimas décadas a nivel mundial, pero no lo suficiente.

En los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para las naciones en desarrollo, el número tres planteó: “Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer” y como meta “eliminar las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para 2005, y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar en 2015”.

 El Informe mundial del 2013, el que monitorea los avances anuales de los países, dice que la paridad entre los géneros está a punto de alcanzarse en la enseñanza primaria, pero que solamente dos de 130 países han alcanzado esa meta en todos los niveles educativos. En el caso de México, el informe del mismo año señala que prácticamente ya cumplió con lo previsto (p. 72). ¿O sea?

 El Índice de Paridad entre los Géneros (IPG) se entiende como la relación de matriculación escolar de mujeres en comparación con la de los hombres; el índice en cada nivel educativo debe estar en un rango de entre 0.97 y 1.03. A nivel nacional, en todos los niveles educativos la razón entre hombres y mujeres está en ese rango, salvo en educación primaria que está a centésimas de alcanzar la meta (en el ciclo escolar 2012-2013 el índice era de 0.958).

 Es particularmente notable el cambio en los niveles superiores del sistema educativo mexicano, principalmente porque todavía hace poco más de dos décadas las cifras eran desfavorables para las mujeres, aunque ya se advertía claramente la tendencia creciente de su participación.

 La literatura registró las mayores dificultades y obstáculos que enfrentaban las mujeres, en comparación con los hombres, para pasar de un ciclo escolar al siguiente, más complicado cuanto más alto el nivel, pero también su mejor desempeño escolar una vez que lograban inscribirse.

 Las cifras actuales de eficiencia terminal muestran, consistentemente, un mejor desempeño de las mujeres en todos los niveles educativos. La diferencia en este indicador es menor en educación básica (poco más de un punto porcentual) y mayor en media superior y superior (siete u ocho puntos porcentuales a favor de las mujeres).

 Un esfuerzo importante de las mujeres y del Estado mexicano en la búsqueda de la equidad de género. Pero, como también se ha hecho notar, queda la asignatura pendiente de la distribución de género por áreas de conocimiento, las condiciones para los estudios de posgrado, los apoyos diferenciados, la composición del personal académico, el acceso a las posiciones de dirección y muchos otros temas.

 Actualmente, la búsqueda de equidad para las mujeres cuenta no solamente con una instancia encargada de buscarla, el tema también está en la agenda de las políticas públicas. La instancia es el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), creado al comienzo de la década pasada, como organismo público descentralizado, encargado de promover, proteger y difundir los derechos de las mujeres y de las niñas consagrados constitucionalmente.

 El Inmujeres, en las vísperas del inicio del actual sexenio, seguramente lo recuerda, formaba parte de la propuesta de reestructuración de la administración pública federal: sería sectorizado a la actual Secretaría de Desarrollo Social y perdería su carácter descentralizado. Pero no, un grupo de legisladoras se opusieron y la propuesta no prosperó.

 El Instituto ha sido el responsable de elaborar el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad) desde la administración anterior y, de hecho, ahí se planteó por primera vez que se debían construir políticas públicas con perspectiva de género de manera transversal en toda la Administración Pública Federal.

 Hoy, el Plan Nacional de Desarrollo 2013–2018 incluye la estrategia transversal de la Perspectiva de Género, lo cual revisaremos en próxima entrega. Por lo pronto: ¡Feliz 8 de marzo!

 (Publicado en Campus Milenio No. 545. Marzo 6,  2014, p.4)