Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No.
713. Julio 13, 2017. Pág. 5)
Un convenio mundial de
reconocimiento de títulos, grados y diplomas de la educación superior todavía
no es una realidad. Sin embargo, es posible que para el final de este año o el
siguiente lo sea. No será fácil. El comité encargado de la redacción de un
posible convenio, después de más de un año de trabajo, celebró su última sesión
al final del mes pasado y ha dicho que ya está el anteproyecto, el cual será
presentado al comité ejecutivo de Unesco el próximo mes de noviembre (unesco.org 05.07.2017).
La elaboración de un documento
marco en la materia se ha vuelto cada vez más apremiante y es, quizás, la
expresión inequívoca de que hoy estamos ante un notable incremento en el flujo
internacional de personas con altos niveles de calificación. Por ejemplo, de
1990 a 2010, en los países de la OCDE, el número de migrantes altamente calificados
(al menos con un grado de estudios superiores) se incrementó 130 por ciento,
mientras que los de baja calificación (educación primaria) solamente creció en
40 por ciento (Kerr, S. P. et al. 2016.
“Global Talent Flows”. Journal of
Economic Perspectives, 30(4),
83–106).
En el caso de los Estados Unidos,
según las cifras de su censo, reveló que casi la mitad de los inmigrantes que
llegaron a ese país entre 2011 y 2015 eran personas con estudios superiores,
mientras que entre 1985 y 1990 representaron solamente el 27 por ciento. A
pesar de que las personas provenientes de Asia han contribuido de forma
significativa a elevar ese porcentaje de alta calificación, los que llegan de
América Latina representan alrededor de una cuarta parte (Batalova, J., &
Fix, M. 2017. New Brain Gain: Rising
Human Capital among Recent Immigrants to the United States. Washington,
D.C.).
Una movilidad que seguramente continuará
en ascenso con nuevos desafíos por delante pero que, a diferencia de lo que
ocurría en el pasado, hoy sigue rutas muy variadas. Ya no es solamente desde un
punto, en una sola dirección o concentrada en una región. Ciertamente, la
búsqueda de acuerdos internacionales sobre niveles de calificación no es un
asunto reciente. De hecho, como lo dice la propia Unesco (2015), desde mediados
del siglo pasado se ha discutido el tema y en los años setenta e inicios de los
ochenta se produjo una primera generación de convenios regionales.
Uno de los primeros acuerdos en
ratificarse fue el “Convenio regional de convalidación de estudios, títulos y
diplomas de educación superior en América Latina y el Caribe”. Por cierto, el
convenio fue firmado en México en julio de 1974, hace casi medio siglo. Ahí, en
una veintena de artículos, quedaron las definiciones, los objetivos, los
compromisos y las condiciones del reconocimiento de estudios.
Por ejemplo, quedó establecido
que se entendería por reconocimiento de un diploma, título o grado extranjero,
“su aceptación por las autoridades competentes de un Estado contratante y el
otorgamiento a los titulares de dichos diplomas, títulos o grados de derechos
concedidos a quienes posean” uno nacional similar.
Tales derechos serían válidos
tanto para continuar estudios como para el ejercicio de una profesión. En el
primer caso suponía establecer requisitos relativamente equivalentes de
admisión y de evaluación en las instituciones de la región; en el segundo,
aceptar la capacidad técnica del profesionista sin eximirlo de la regulación
normativa nacional del ejercicio de la profesión.
Convenios similares se
establecieron para las diferentes regiones del mundo: Mediterráneo (1976);
Estados Árabes (1978); Europa (1979); África (1981); y Asia y el Pacífico
(1983). Sin embargo, estos convenios se perfilaron y respondieron para un mundo
que no es el de hoy. Así que, como dice Unesco, vino una segunda generación de
convenios al final de los años noventa, espoleados por nuevas alianzas
regionales, como el de la Unión Europea y su estrategia de Lisboa, la de
América del Norte o la de Asia – Pacífico.
Según la Unesco, actualmente
sería posible un convenio global, derivado de las tendencias regionales y
globales de la educación superior. Tendencias que se podrían sintetizar en la
palabra “diversificación”, tanto de proveedores como de suministros, alumnos,
orientación institucional, etcétera. Una diversificación animada por la
masificación de la educación superior y las tecnologías que la han hecho
posible.
El asunto es que el volumen de la
movilidad académica también se ha incrementado de forma importante. En los
últimos 15 años el número de estudiantes móviles se duplicó y se estima que se
volverá a duplicar para el final de la década actual. Entonces, el tema del
reconocimiento de títulos y diplomas se volverá más relevante.
La Unesco ha dicho que el
futuro Convenio no implicará un reconocimiento automático o mutuo de títulos y
diplomas por sus Estados Partes. Más bien será un instrumento normativo que
permita elaborar un marco internacional “para armonizar los procesos de
reconocimiento de cualificaciones relativas a la enseñanza superior emitidas en
todas las regiones del mundo”.
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