jueves, 8 de noviembre de 2018

Ciencia y tecnología. Cuadratura de pesos y centavos

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99

(Publicado en Campus Milenio No. 778. Noviembre 8, 2018. Pág. 4)

“El Congreso de los Diputados es el que tiene que dar la cuantía, y de esa cuantía dependerá que más científicos tengan futuro. No podemos traer de vuelta a gente sin que tengan equipo, instalaciones, laboratorios. El país los necesita. Yo puedo echar cálculos, si me dan 700 o 1,000 millones más al año sé cuánta gente puedo regresar, pero primero necesito la financiación. Hay que llegar a un acuerdo. Era lo primero que quería hacer al llegar al Congreso, pero ahora es un poco difícil” (El País 03.11.2018).

El párrafo anterior fue parte de la respuesta de Pedro Duque, el actual ministro español de Ciencia, Innovación y Universidades, a la pregunta de “qué les dice a los jóvenes científicos sobre el futuro que les espera”. Efectivamente, la falta de oportunidades laborales para los egresados altamente especializados es un problema nada fácil de resolver; lo es en España, en México y en buena parte del mundo.

Duque es un recién llegado a la función pública, apenas en junio de este año fue nombrado ministro en el gobierno de Pedro Sánchez. Sin embargo, es un científico ampliamente conocido y muy popular en España, porque es el astronauta que viajo hace 20 años al espacio. Además, porque en el gobierno anterior, el de Mariano Rajoy, desde su labor como investigador ha sido un férreo defensor del presupuesto para la actividad científica.

La conducción del sistema científico y tecnológico español ha sido relativamente accidentada. El gobierno de Rajoy, cuando comenzó su gestión, suprimió el entonces Ministerio de Ciencia e Innovación y, en su lugar, creó la Secretaría de Investigación, Desarrollo e Innovación, una entidad de más bajo relieve y dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad. Este último fue el principal encargado de diseñar las líneas de política científica y tecnológica, así como de aplicarle recortes al presupuesto.

Ahora, el gobierno de Pedro Sánchez, volvió a instaurar un Ministerio específico, encargado de la investigación científica y el desarrollo tecnológico, pero también de la política en las universidades y de la innovación en todos los sectores. Las expectativas se han vuelto a incrementar sobre lo que podría hacer y lograr la nueva estructura administrativa. No obstante, la responsabilidad, tareas, calidad, certificación de títulos y transferencia de conocimientos de la universidad (pública y privada) es materia de conversaciones sobre una eventual nueva ley para las universidades. El asunto es que el tema de los recursos financieros depende del Congreso y no tiene ninguna certeza.

En el caso de México no se piensa crear una nueva estructura administrativa para el gobierno del sistema científico y tecnológico, menos vincularlo administrativamente con las universidades. No figura en la propuesta de cambios a la administración pública que está en el Congreso y, de hecho, lo había anticipado López Obrador antes de los comicios electorales. Sin embargo, es posible que la idea de descentralización de secretarías y organismos públicos genere algún cambio.

Al menos, la próxima titular de Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, por cierto, también con una carrera fundamentalmente académica, ha dicho que cambiará el nombre del organismo y creará dos polos desarrollo científico y tecnológico: uno que se localizará en el norte, en Baja California, y otro que se conservará en Ciudad de México. El punto de inflexión, sin embargo, volverán a ser los recursos financieros.

Las expectativas son más bien modestas. En la primera reunión que tuvo López Obrador, ya como presidente electo, con integrantes de la comunidad científica, el pasado 22 de agosto, adelantó que buscaría aumentar el presupuesto para ciencia y tecnología, pero que, en el peor de los casos, no se le reducirán los recursos o se mantendrían constantes en términos reales; nunca estarán por debajo de la inflación, dijo.

Ahora, el mismo López Obrador, el 1 de noviembre informó que estuvo trabajando en el presupuesto para 2019 y que, en lo general, sí le alcanzarían los ingresos para llevar a cabo los programas que había prometido en campaña. Solamente falta el aspecto técnico del presupuesto, apuntó. No solamente. También adelantó que se conservarán los equilibrios macroeconómicos: no habrá endeudamiento, nuevos impuestos, ni aumentará el precio de los combustibles. Notable será su propuesta para cuadrar las cifras ingreso y gasto.

López Obrador no indicó qué ocurrirá con el presupuesto para educación ni para el de ciencia y tecnología. Sin embargo, en el conjunto de necesidades es posible que no constituyan los rubros sistémicos de mayor atención presupuestal. De hecho, sobre los problemas y la distribución de los recursos, López Obrador dijo que el sistema educativo nacional estaba mal, pero el sistema de salud estaba peor. Entonces, se podría deducir que el incremento para esos renglones será inercial y el excedente vendrá solamente por el lado de los programas comprometidos: la creación de 100 universidades y el volumen de becas para niños y jóvenes. En breve conoceremos qué tanto cuadran las cifras del paquete económico 2019 y si, con lo mismo, se podrá hacer más o menos. ¿O viceversa?

Pie de página: Ya está publicada la Ley federal de remuneraciones de los servidores públicos y también aplica para las “instituciones de educación superior de la federación, de carácter autónomo”. Eso dice la ley.

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