jueves, 8 de mayo de 2014

Otra vez incumplimiento gubernamental: PECITI 2014-2018

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

En el periodo anterior, la gestión se demoró más de medio año en publicar su correspondiente Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (Peciti). La actual administración debió publicar su Programa la semana pasada; no lo hizo, a pesar de lo que dice la norma.

El incumplimiento seguramente será subsanado en el transcurso de algunas semanas o meses más. Sin embargo, ilustra claramente lo que parece ser la regla y no la excepción de la vida pública en el país: las normas van por un lado y los comportamientos y los hechos por otro.

En nuestro frágil marco institucional abundan los ejemplos. Desde las grandes porciones de territorio y población sustraídos al Estado de derecho, el incumplimiento reiterado de preceptos establecidos en la Constitución, hasta las frecuentes y variadas transgresiones del ciudadano en la vida cotidiana.

Sin embargo, cuando se trata de instituciones fundamentales para la sociedad, como lo es el gobierno federal, el incumplimiento de las normas adquiere mayor visibilidad y también es mayor su capacidad de influencia en el entorno, por lo que no son irrelevantes sus omisiones al respecto.

Los cambios a la ley de ciencia y tecnología del 2002, como lo hemos dicho una y otra vez en este espacio, le confirieron al Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación (CGICDTI), la máxima capacidad como órgano de política y coordinación del sector, pero una muy escasa funcionalidad.

El Consejo, cómo órgano cúspide del sistema de ciencia y tecnología, se diseñó siguiendo la idea de que las cosas solamente funcionan conforme más cerca estén de los tomadores de decisión de más alto rango.

Por supuesto, en el esquema centralista y altamente jerárquico, el Consejo tenía que ser presidido por el ejecutivo federal e integrar a secretarios de Estado –los nueve que tienen mayor relación con la ciencia y la tecnología—, diez representantes de diversas instituciones y sectores, además del director de Conacyt. Esto es, una veintena de altas autoridades.

La primera y principal función del Consejo es “Establecer en el Programa Especial las políticas nacionales para el avance de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación que apoyen el desarrollo nacional” (artículo 6).

A su vez, como segunda función, debe “Aprobar y actualizar el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación”. Es decir, el Consejo es el órgano facultado para autorizarlo o no; mientras no lo haga simplemente no hay tal programa, como sucedió en la administración anterior y como hoy ocurre.

El problema, y esto es casi desde que entró en vigor la ley de ciencia y tecnología en el 2002, es que muy pocas veces se reúne el pleno del Consejo. A pesar de que la misma ley establece que debe sesionar por lo menos dos veces al año de forma ordinaria, pocas, muy pocas veces se ha reunido desde que se instaló. En los casi 14 años de existencia no suman más de tres o cuatro ocasiones.

Los problemas de agenda del Presidente de la República, así como las múltiples y variadas actividades de los secretarios de Estado han dificultado la convergencia, funcionamiento y efectividad del Consejo. Entonces, parece que resultó contraproducente la idea y el diseño del órgano.

El Peciti, como programa especial, lo es porque se refiere a las prioridades del desarrollo integral del país fijados en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) o “a las actividades relacionadas con dos o más dependencias coordinadoras de sector” (artículo 26 de la ley de planeación).

En los lineamientos del PND quedaron establecidos nueve programas especiales:  Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable; Cambio Climático; Cultura y Arte; Cultura Física y Deporte; Ciencia, Tecnología e Innovación; de los Pueblos Indígenas; Migración; Producción y Consumo Sustentable; y para Democratizar la Productividad. También se fijó su publicación, a más tardar, para el último día del pasado mes de abril.

Pero no, de los nueve programas especiales considerados, solamente el Peciti no se publicó, ni en tiempo ni en forma. Todavía en julio del año pasado, en la reunión de la junta de gobierno de Conacyt, se especulaba que el Programa podría estar listo antes de la fecha límite.

Quizás como una forma de compensar la ausencia del Peciti, Conacyt publicó su Programa Institucional 2014 – 2018. Se parecen, pero no son lo mismo. Tal vez llegó la hora de valorar la conveniencia de preservar al CGICDTI tal y como está.

(Publicado en Campus Milenio No. 558. Mayo 8, 2014, p.4)

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