jueves, 29 de mayo de 2014


La hora de la puesta en marcha: educación y ciencia

 
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

 El diseño, las negociaciones, los acuerdos y las decisiones parecen ser lo propio de esta administración. Nada mal, sobre todo si en el periodo anterior lo usual eran las rutas divergentes entre poderes, la incapacidad de gobierno o los frágiles intercambios.

No obstante, tampoco es suficiente un buen diagnóstico, ni centralizar y tensar los hilos de la política para llegar a acuerdos, sea con argumentos o instrumentos disuasivos (como las controversias constitucionales). Los primeros indicadores en materia económica están a la vista.

Si no se atienden las formas y mecanismos de la puesta en marcha, la imagen de magros resultados, cuando no contraproducentes, se repetirá en los diversos campos de actuación gubernamental, incluyendo el terreno educativo y por supuesto el de la ciencia y la tecnología.

Transcurrido más de un año de ejercicio, con los acuerdos del Pacto por México traducidos en un Plan Nacional de Desarrollo, con lineamientos para casi todo el conjunto de programas y con la serie de reformas aprobadas por el Congreso, llegó el momento de abandonar el artículado de la norma y pisar el terreno de los hechos.

Las principales iniciativas para el sector educativo, realmente dirigidas a modificar su núcleo, apenas iniciaron o están por ponerse en marcha. No solamente es la confianza sobre los números del censo escolar para establecer un eventual sistema de gestión, la reducción sustancial del rezago educativo o la puesta en acto de la selección de profesores a través de mecanismos de evaluación, lo cual sin duda ha requerido y demandará un esfuerzo importante.

Faltan los resultados de esa consulta nacional que está en curso desde el pasado mes de febrero y que, se supone, culminará, nada menos, en la revisión del modelo educativo en su conjunto, lo que incluye a la educación básica, media superior y normal. Según se anticipó en la convocatoria correspondiente, la consulta finalizará con tres foros nacionales a realizarse en la primera quincena del mes próximo y habrá conclusiones de los foros para cada nivel.

En última instancia, los cambios en la norma, el establecimiento de un sistema de gestión, los mecanismos de evaluación o los procesos de consulta, son medios e instrumentos para alcanzar un sistema de calidad y un mejor aprendizaje de los alumnos. Si no es el caso, carecen de relevancia.

Una situación relativamente similar se aprecia en la ciencia y la tecnología. En lo que toca a los recursos financieros que determina la ley, lo del uno por ciento respecto al PIB, ha quedado especificado en los documentos normativos que no se trata del gasto en ciencia y tecnología en general, sino del indicador de gasto en investigación y desarrollo experimental.

El incremento en el presupuesto comenzó el año pasado y continuó en el actual. Sin embargo, por una parte, falta ver si se sostiene el incremento en el periodo y en qué proporción; por otra, cuáles son los rubros a los que se canalizará el aumento y qué resultados se esperan.

La importancia de los recursos es clara: es la palanca de medidas que están en ciernes. Por ejemplo, las Cátedras Conacyt para Jóvenes Investigadores, un programa de espacios laborales dirigido a doctores recién egresados. El programa está en curso y todavía no se conocen los resultados de la primera convocatoria, tampoco la recepción institucional que ha tenido y menos si se ampliará su volumen, se conservará o qué ocurrirá.

Otro programa de alta expectativa que también depende de los recursos es el Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (FOBESII). Una iniciativa en conjunto con el gobierno estadounidense que busca incrementar la movilidad estudiantil y los procesos de formación de jóvenes entre ambos países: 100 mil estudiantes mexicanos en Estados Unidos y 50 mil de Estados Unidos en México para el 2018.

El mes anterior señalamos que las cifras no se están moviendo muy rápido para hacer factible la meta de movilidad estudiantil (Campus No. 555), aunque los funcionarios de ambos países siguen dialogando.

 Por último, está la entrada en vigor de las modificaciones normativas para regular e impulsar el acceso abierto a la información científica y académica. El acceso abierto es de suma importancia y el manejo del Repositorio Nacional estará bajo la responsabilidad de Conacyt. La norma ya está, ahora solo falta ponerla en operación.

Todavía es poco tiempo para pedir resultados, pero viene la etapa más complicada y las exigencias irán en aumento.

(Publicado en Campus Milenio No. 561. Mayo 29, 2014, p.4)

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