Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
Ahí, en día domingo, en un
auditorio de Zitácuaro, Michoacán, en mangas de camisa, arriba del escenario para
él solo y con una pantalla que no hace falta para proyectar su imagen, el
secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, mirando al gobernador de Michoacán,
Silvano Aureoles, dice:
Y desde aquí quiero
decir algo y que quede muy claro, porque sé que está el rumor y me lo han
preguntado: no va a haber ninguna disminución a las becas, ni aquí en Michoacán
ni en el país. Al contrario, éstas seguirán aumentando y están garantizadas las
8 millones de becas, con su monto de inversión superior a los 40 mil millones
de pesos en todo el país, y por supuesto las de aquí de Michoacán, señor
gobernador.
Es la entrega simbólica de “Becas Futuro” para más de treinta
mil jóvenes de secundaria, bachillerato y universidad de Michoacán este
reciente fin de semana. Un programa de becas del gobierno estatal que otorga un
apoyo mensual de mil pesos a estudiantes de segundo y tercer grado de
secundaria, de mil doscientos para media superior y de mil quinientos para
educación superior.
¿Es una buena noticia la que dio el secretario Nuño? Sin duda.
Para muchos jóvenes, aunque no para todos, contar con un modesto apoyo mensual representa
la posibilidad de satisfacer requerimientos básicos para asistir a la escuela,
también puede hacer la diferencia entre permanecer o abandonar la escuela. No
obstante, lo que llama la atención es que la disminución de las becas no es
ningún rumor.
Apenas hace tres meses, el pasado 17 de febrero, seguramente lo
recuerda, apreciado lector, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció
que en este año, como también ocurrió en 2015, habría un recorte al gasto
público y oficialmente se precisó el volumen y las dependencias afectadas.
En ese entonces se indicó que a SEP se le restarían 3 mil 660
millones de pesos de su presupuesto asignado. Específicamente se destacó que el
“Programa Nacional de Becas” tendría que disminuir en mil millones de pesos y
otro tanto el programa la “expansión de la educación media superior y superior”
(Campus Milenio No. 646).
Es posible que la secretaría de Hacienda o incluso la de
Educación decidieran sustituir los rubros de ajuste y en lugar de sacrificar el
programa de becas o el de expansión, ahora el recorte se opere en otros
renglones. Sin embargo, lo que sorprende es la relativa facilidad con la que se
intercambian los rubros
A nivel agregado es relativamente
sencillo conocer los montos y la distribución de los recursos públicos.
Suficiente con revisar el paquete económico y el presupuesto que año con año
aprueba el Congreso. Ahí está el volumen de ingresos y los ramos de gasto
autónomos, administrativos y generales. Lo mismo ocurre con los rubros de
recorte al gasto.
Sin embargo, las cosas comienzan
a complicarse en el siguiente escalón de gasto, cuando lo que interesa no son
las cifras globales, sino la desagregación de gasto por programas, iniciativas
y acciones. Un laberinto de clasificaciones, cifras y tiempos se suceden.
Difícil, muy difícil conocer la distribución exacta del gasto.
Un reciente ejercicio del sitio
electrónico de noticias “animalpolitico.com” y particularmente de su sección
“El Sabueso” ilustra los avatares de la distribución del gasto público y las
diferencias entre lo que anuncia el gobierno federal y lo que finalmente
ocurre.
El ejercicio consistió en revisar
la cuenta pública del 2015 –ese informe sobre la gestión financiera del gasto
público que recientemente entregó el poder ejecutivo federal a la cámara de
diputados-- y compararlo con algunas declaraciones realizadas por los
funcionarios del gobierno federal.
Según, “animalpolitico.com”, cuya información se
puede revisar en su sitio web, el
secretario de Hacienda, en enero de 2015 anunció que habría un ajuste por 52
mil millones de pesos en 22 dependencias federales. “Sin embargo, las cifras de la Cuenta Pública
indican que, en lugar de recortar, el gobierno federal terminó gastando 185.8
mil millones de más de lo presupuestado”.
Lo notable es que de las 22 dependencias federales que
serían afectadas en 2015, solamente en cinco se operó el recorte. De acuerdo a la
información presentada, la Secretaría de Educación Pública lejos de disminuir
en 7 mil 800 millones de pesos su presupuesto aprobado, al final lo incrementó
en casi 10 por ciento (pasó de 305 a 326 mil millones de pesos). Por el
contrario, a Conacyt, supuestamente, le restarían nada más 900 millones de
pesos y resultó que terminó el año con casi 2 mil millones de pesos menos (de 33.7
mil millones de pesos a 31.6 mil millones de pesos).
Y no, no existe ninguna explicación pública al respecto. ¿El
asunto se repetirá en este año? Parece que sí.
(Publicado en Campus Milenio No. 656, Mayo 12, 2016, p.5)
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