Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
El Consejo General de
Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación (CGICDTI), el
máximo órgano de política y coordinación sectorial que encabeza el titular de
la presidencia de la República, parece que volverá a los carriles de
funcionamiento relativamente normal.
Lo hemos dicho en variadas
ocasiones: la creación de un Consejo General para coordinar el sector,
presidido por el ejecutivo federal, es más un reflejo de los rituales de la
política mexicana más que un acierto de diseño institucional. Un órgano que
confía en el nivel jerárquico para resolver cualquier asunto y mientras más
alto mucho mejor. No importa si es poco funcional y solamente se reúne en año
bisiesto
La ley en la materia dice que el
CGICDTI debe sesionar dos veces al año en forma ordinaria y en forma
extraordinaria la veces que así lo determine su Presidente. Sin embargo, lo
cierto es que casi nunca se ha cumplido lo que dice la norma y las decisiones
que debe tomar se han diferido una y otra vez.
En esta administración, la
primera reunión del Consejo se dio en septiembre de 2013, precisamente para la
aprobación del presupuesto consolidado del sector. Luego, al año siguiente, en
el mes de mayo, para autorizar el Programa Especial de Ciencia y Tecnología e
Innovación, así como los cambios normativos sobre acceso abierto a la producción científica. Ahí fue donde se acordó la
creación del todavía inexistente Repositorio Nacional.
Después, en abril del año pasado, el CGICDTI se reunió por tercera vez.
En esa ocasión, como la más reciente, también se aprovechó para la entrega de
los premios de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). De hecho, los premios se habían acumulado
desde el 2012 porque el Consejo no se había reunido.
Ahora, el pasado 27 de mayo, el Consejo se reunió por cuarta ocasión.
El presidente Peña Nieto entregó el Premio México de Ciencia y Tecnología 2015
–para no mexicanos--, una de las escasas actividades bajo la responsabilidad
del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia. El premio fue para el
profesor de la Universidad de Valencia, Andrés Moya Simarro, por sus
contribuciones en el estudio de
la simbiosis, la evolución experimental y el microbioma humano.
Además, en el mismo acto, el ejecutivo federal entregó los importantes
premios de investigación de la AMC en cinco diferentes áreas de conocimiento.
Los jóvenes ganadores fueron: Eduardo Gómez García del instituto de física de
la UASLP, en ciencias exactas; Stefan de Folter del Cinvestav, en ciencias
naturales; Felipe José Hevia del Ciesas Golfo, en ciencias sociales; Rebeca
Robles García, del Instituto Nacional de Psiquiatría, en humanidades; y Natalya Victorovna del Instituto Mexicano del Petróleo, en ingeniería
y tecnología.
El presidente Peña Nieto también destacó la inversión pública en el
sector. Por ejemplo, dijo que en este año se destinan 92 mil millones de pesos,
lo cual representa un crecimiento real de 37 por ciento respecto del inicio de
su periodo. También dijo que las estimaciones son que para este año el gasto nacional en investigación científica y
desarrollo experimental (GIDE) alcanzará el 0.61 por ciento como proporción del
PIB, mientras que en 2012 era de 0.49 por ciento.
Lo que llama la atención es que, por una parte, el presupuesto aprobado
para este año fue más bien de 90.9 mil millones de pesos (no de 92). Y, además,
debe considerarse el recorte de los 900 millones anunciado en febrero pasado.
Todavía más, hace dos semanas, destacamos que el recorte operado en 2015 no fue
de 900 millones como se había dicho, fue de casi 2 mil millones de pesos menos
(Campus Milenio No. 656). Así que el crecimiento real habría que volverlo a
calcular.
Por otra parte, según las cifras oficiales, el GIDE como proporción del
PIB era de 0.43 por ciento (no de 0.49) en el 2012, la misma fuente estimaba
que ese mismo indicador el año pasado representaba el 0.56 y ahora resulta que
en este año cerraremos en 0.61. El problema es que se trata de simples estimaciones,
porque desde el 2012 no se han dado a conocer los resultados de la encuesta que
se realizaba cada dos años para hacer el cálculo de la participación del sector
privado.
El presidente Peña también anunció otras medidas de apoyo al sector: el
diseño de un programa de incentivos fiscales para alentar la inversión privada;
continuar con el programa de Cátedras Conacyt hasta alcanzar las dos mil al
término de este periodo; creación de cuatro nuevos centros públicos de
investigación (entre ellos uno de política educativa); concluir nueve
consorcios de investigación; y mayores recursos de los gobiernos estatales.
Vale la pena examinar en detalle cada una de las medidas anunciadas,
tarea que haremos en próxima entrega. Por lo pronto, conviene notar que el CGICDTI funciona con mayor regularidad, pero por supuesto no se reúne dos
veces al año como dice la ley. Y las cifras de los dineros nada más no cuadran.
(Publicado en Campus Milenio No.
659, Junio 2, 2016, p.5)
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