Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
Todavía no se sabe exactamente
qué hará o dejará de hacer Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados
Unidos. El partido republicano también alcanzó mayoría en el Congreso y, en
principio, eso le facilitaría poner en marcha cualquier decisión, sea para revertir
o mantener programas e incluso para proponer algo completamente distinto. Hasta
ahora, lo único claro es que las cosas no serán iguales para nadie. De hecho, han
dejado de serlo, ahí están las incontrolables muestras de odio desatado.
No es ninguna casualidad que las
instituciones académicas, y en ellas principalmente los jóvenes estudiantes, sean
protagonistas de las manifestaciones públicas de inconformidad con la victoria
de Trump. La sensibilidad de los recintos educativos anticipan las pulsiones de
un creciente malestar social, pero también, en este caso, porque las propuestas
de campaña del presidente electo son altamente selectivas, excluyentes, refractarias
a todo lo exterior y toman como palanca el endurecimiento de su sistema de
inmigración. Un esquema contrario a la universalidad del conocimiento.
El inventario de acciones o
programas que podrían alterarse a partir del año próximo puede ser muy extenso.
No obstante, hay una que definitivamente podría encabezar la lista en los
planes del nuevo gobierno: la movilidad académica. Lo más obvio es la posible suspensión
de la iniciativa puesta en marcha por la administración de Obama, denominada
Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en
inglés) (“The first big political war of Trump’s presidency will be explosive”.
The Washington Post. 11.11.2016).
Todavía hoy, el programa DACA otorga
permisos para trabajar y la suspensión temporal de la deportación a indocumentados
que llegaron a Estados Unidos siendo niños. Los beneficiarios son los
denominados DREAMers, ese grupo de más
de un millón de ahora jóvenes que ingresaron a esa nación antes de cumplir 16 años
en el 2007 y que para el 2012 debían tener menos de 31 años de edad. Una buena
parte de ellos portadores de altos niveles de escolaridad. El Pew Research Center señala que suman más
de 728 mil los jóvenes que ingresaron exitosamente al DACA y los mexicanos constituyen
la mayor proporción (pewhispanic.org).
El programa DACA es una orden
ejecutiva del presidente Obama y, como tal, puede ser revocada por su sucesor,
como lo destaca The Washington Post y
como lo ha planteado Trump en su plan de diez puntos. Desde luego, el impacto
no será únicamente para los propios jóvenes, será una onda expansiva de ida y
regreso que alcanzará a las familias, sus comunidades, las redes sociales y las
naciones de las que provienen los jóvenes.
Otro programa que podría seguir
en la lista y que también atañe directamente a México es el Foro Bilateral
sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (Fobesii). Una iniciativa
de cooperación para la movilidad académica acordada por los presidentes Peña
Nieto y Barack Obama en el 2013 y cuya acción más visible, por la parte
nacional, es la de sumar 100 mil mexicanos estudiando en Estados Unidos para el
final de este sexenio (Proyecta 100 mil, le llamaron).
En estas mismas páginas, desde la
instalación del Fobessi hasta la estrategia más reciente de sumar becas para
estudiar inglés (CampusMilenio No.
660), hemos dado cuenta de las dificultades del programa. Lo verdaderamente
extraordinario es que la Secretaría de Relaciones Exteriores nos informó la
semana pasada que: “actualmente hay 77 mil estudiantes mexicanos de educación
superior en Estados Unidos, como parte del programa Proyecta 100 mil”
(11.11.2016). A nada de alcanzar la meta. Simplemente increíble.
Posteriormente examináramos las
cifras con mayor detalle y el tema del presupuesto pero, independientemente de
su precisión, lo que parece incontrovertible es que el volumen del Fobesii no
será indiferente al endurecimiento del sistema de inmigración y a la expedición
de visas del gobierno estadounidense.
Estados Unidos es el mayor polo
de atracción para estudiantes de todo el mundo. En este año, por primera vez,
supera el millón de jóvenes internacionales en sus colegios y universidades (Open Doors, 2016). Brasil tiene ahí poco
más de 19 mil alumnos y le sigue México con casi 17 mil. Pero, definitivamente,
China con 329 mil estudiantes es el de la mayoría; luego la India con casi 166
mil. Por cierto, el Pew Research Center estima que cerca de 500 mil personas
indocumentadas provienen de este último país.
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