jueves, 11 de febrero de 2010

EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR: CIERRE DEL CICLO POLÍTICO

El pasado 14 de enero se realizó un segundo ajuste en el nombramiento de los funcionarios encargados de la educación pública en esta administración. El primer cambio, como seguramente lo recuerda el lector, ocurrió en abril del año anterior, cuando unos meses antes de las elecciones intermedias y a menos de la mitad de la gestión, el ejecutivo federal cambió a la titular en la Secretaría de Educación Pública (SEP): Josefina Vázquez Mota fue sustituida por Alonso Lujambio Irazábal. El movimiento dio lugar a múltiples especulaciones, desde una concesión más al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) hasta un intercambio de la agenda educativa por la agenda política de cara a las elecciones federales del 2012.

Lo cierto es que al dejar el cargo, la ex secretaria de educación pública le dijo al nuevo titular, en referencia al equipo de colaboradores que hasta entonces la había acompañado: “quiero compartirle secretario Lujambio que es un equipo de primera; profesional, leal al proyecto del presidente de México; es un equipo de gente que tiene historia, trayectoria. Se queda esta Secretaría no solo con un gran liderazgo, sino también con un equipo, Secretario, que está a la orden de México, a la orden de las instituciones, a la orden del proyecto del Presidente de México.” A su vez, el entonces nuevo secretario señaló que él llegaba a la SEP para cumplir instrucciones del presidente de la República y la principal era “dar continuidad a la agenda educativa que el gobierno federal ha emprendido desde hace algunos años para transformar a México y cuyo eje es el mejoramiento de la educación”. La idea de continuidad quedó establecida cuando en su mismo discurso enumeró los programas en marcha: la Alianza por la Calidad de la Educación; el Mejoramiento de la Infraestructura de los planteles educativos; el de Escuelas de Tiempo Completo; Escuela Segura; el Sistema de Becas; la Prueba Enlace; los nuevos centroS de Educación Media Superior y Superior. Entonces, todo parecía indicar que, efectivamente, habría continuidad en la agenda educativa y en el equipo de colaboradores. No fue el caso; al menos en lo que concierne a los colaboradores.


Continuidad y cambio

El mes pasado salieron dos altos funcionarios del sector, y el sostenimiento de la agenda está por verse. Los cambios fueron en la Unidad de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas de la SEP, cuyo anterior titular era Jorge Santibáñez Romellón y fue sustituido por Francisco Ciscomani, y en la subsecretaría de educación media superior, salió Miguel Székely Pardo y su lugar lo ocupó Miguel Ángel Martínez, quien se desempeñaba como secretario de educación de Jalisco. Se trata de dos posiciones de primer nivel relativamente nuevas, se crearon con la reorganización de la SEP en el 2005 y desempeñan funciones clave en sus respectivos ámbitos de competencia. El anterior responsable de la Unidad de Planeación indicó, explícitamente, que el secretario de educación le solicitó la renuncia. El exsubsecretario de educación media, simplemente señaló que su salida se debía a los “ciclos políticos, (al) cambio de prioridades, (a la) conformación de nuevos equipos de trabajo”.

Tal vez el cambio de personas no debiera inquietarnos ni sorprendernos, puesto que lo más relevante de la gestión pública es el marco institucional, no las personas en sí mismas; importan los planes y programas, así como las iniciativas en marcha, no tanto la persona responsable. Sin embargo, no es fortuito el revuelo y las especulaciones que se producen con cada cambio en el gabinete o en los equipos de las secretarías, precisamente porque la experiencia muestra lo contrario de lo que cabría esperar: las líneas de acción se tuercen y los proyectos se abandonan con los cambios.

Es particularmente relevante lo que podría ocurrir con la subsecretaría de educación media superior, no solamente porque se trata de una estructura relativamente reciente, si no principalmente por las dificultades que enfrenta el nivel medio superior, por el proceso de reforma en marcha y porque su anterior titular, pese al tiempo que estuvo al frente y a algunos problemas, obtuvo logros importantes.

Al final de los años noventa, el diagnóstico sobre la educación media era compartido por académicos y por las propias autoridades educativas. La cobertura de la educación media superior avanzaba gradualmente, en el bachillerato había pasado de un tercio del grupo de edad al comienzo de la década de los años noventa a alrededor del 42 por ciento al final de esa década, pero se aceptaba que carecía de una identidad y un perfil propio, en ocasiones se le veía como una prolongación innecesaria de la educación secundaria, como una subordinación a la educación superior poco deseable o como una dispersión de esfuerzos educativos en múltiples modalidades y opciones. También se advertía que a pesar de los avances en la absorción de los egresados de la educación secundaria, era lamentable la retención de estudiantes en el nivel medio superior y la terminación de estudios.

Efectivamente, el índice de absorción de los egresados de secundaria había pasado de alrededor del 75 por ciento en 1990 a el 93 por ciento en el año 2000. Sin embargo, la educación media superior tenía los promedios más altos en deserción y eficiencia terminal. En el año 2000, una cuarta parte de los estudiantes de la educación profesional técnica desertaban, otra cantidad relativamente similar reprobaba y solamente el 41 por ciento concluía sus estudios. Las cifras no eran muy distintas para los estudiantes del bachillerato general en el mismo año: la deserción era de 16 por ciento, relativamente menor en comparación con la profesionales técnicos, pero el índice de reprobación era considerablemente mayor, con un porcentaje de 39 por ciento y la eficiencia terminal del 60 por ciento.

En este contexto, la administración anterior, en el programa sectorial, se planteó la posibilidad de crear un sistema integrado de la educación media superior y consideró inaplazable una reforma del nivel. Por ejemplo, además de mejorar los indicadores de deserción, eficiencia terminal y cobertura, se propuso, entre otras metas, contar con una propuesta de reforma curricular, poner en marcha un programa nacional de formación y actualización de profesores, constituir un consejo para la evaluación de la educación media superior, mejorar el otorgamiento de los RVOE a las instituciones particulares y crear la Coordinación General de la Educación Media Superior.

La Subsecretaría de Educación Media Superior
Algunas de las metas que se había propuesto el gobierno de Fox en materia de educación media superior, como ocurrió en otros niveles, no se alcanzaron. Sin embargo, en lo correspondiente a la gestión, sí se creó la subsecretaría correspondiente, no una coordinación. Como ya lo habíamos indicado, en el penúltimo año del ejercicio de la administración anterior, se emitió un nuevo reglamento interior, en el cual se incluyó la creación de la nueva subsecretaría.

La recientemente creada subsecretaría –encabezada por Yoloxóchitl Bustamante Diez, actualmente directora del IPN--, agrupó las direcciones generales de educación tecnológica que estaban bajo la responsabilidad de la desaparecida Subsecretaría de Educación Tecnológica e Industrial, y la dirección general de bachillerato de la otra subsecretaria de nivel superior. La reestructuración administrativa al interior de la SEP y de la propia subsecretaría, la cual enfrentó una oposición del sector tecnológico, se llevó prácticamente la parte restante del sexenio de Vicente Fox. Poco avanzaron los indicadores de deserción y reprobación en la educación media superior, al término del periodo se situaron en 16.1 y 36.5 por ciento, respectivamente. También poco se hizo para la reforma curricular, solamente la educación tecnológica de nivel medio superior se estructuró a través de tres componentes: formación básica, propedéutica y formación profesional; aunque fue una estructura que sentó las bases para una eventual movilidad de los estudiantes en las diferentes modalidades del nivel. Los cursos de actualización y formación de docentes, en números sumamente modestos, continuaron impartiéndose, tanto sobre la eventual reforma del bachillerato como los de competencias docentes básicas. Sin embargo, los problemas de la educación media superior continuaban.

Al tomar posesión la actual administración en diciembre de 2006, con Miguel Székely como subsecretario de educación media superior, el diagnóstico sobre la educación media superior era similar al que ya se conocía y una vez más se consideraba impostergable realizar una reforma en el nivel. En el 2007, el mismo subsecretario reconocía que la educación media presentaba las mayores carencias de todo el sistema educativo, tanto en lo que se refiere a los niveles de deserción como a la desarticulación y dispersión de sus diferentes modalidades que llegaban a sumar más de 200 planes de estudio, sin conexión ni movilidad de estudiantes entre sí.

Sin embargo, debe anotarse que el programa sectorial de esta administración prescindió de un diagnóstico educativo mínimo, aunque sí indicó que se plantearía una reforma en el nivel medio superior. En el programa no quedó registrada como reforma integral, porque con ese mismo nombre se conocía a la del nivel básico que había generado polémica desde la administración anterior, pero sí adoptó el adjetivo después, en el 2008.

Lo importante es que el programa sectorial estableció algunos de los componentes de la reforma con metas e indicadores correspondientes. Por ejemplo, para el final del periodo de la administración se propuso que alcanzaría: el total de profesores de escuelas públicas federales participando en cursos de capacitación y actualización vinculados con la reforma; incrementar en 7 puntos porcentuales la eficiencia terminal; el total de alumnos con acceso a programas de orientación vocacional para el total de los alumnos; el total de directores de planteles federales contratados mediante concursos de oposición. Pero nada dijo de una reforma curricular basada en competencias, la instauración de un sistema de bachillerato o la expansión de la prueba Enlace para la educación media superior.

La Reforma integral
Efectivamente, el planteamiento de una ambiciosa Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) la diseñaría y realizaría el subsecretario Székely sobre la marcha. Estableció un periodo de transición en el ciclo escolar 2008-2009 para adoptar los componentes de la reforma; el 2010 como el año de inicio de una educación media superior nacional; y la meta de que en el 2012 todos los egresados deberán obtener un certificado del sistema nacional de bachillerato.

El objetivo de la RIEMS, según el propio subsecretario, es la creación de un verdadero Sistema Nacional de Bachillerato (SNB) para dotar de identidad, articulación y pertinencia al nivel. Aunque, en previsión de los señalamientos críticos que alertaron sobre la inviabilidad de homogeneizar y establecer un modelo único, el mismo subsecretario indicó que: la reforma propone “un marco de organización común que promueva la existencia de distintos tipos de bachillerato” .

La RIEMS, y por tanto el eventual SNB, consta de cuatro componentes fundamentales: a) un marco curricular común, el cual consiste en organizar el bachillerato alrededor de tres tipos de competencias: las genéricas --comunes a todos los subsistemas y base del perfil del egresado--, disciplinares y profesionales; b) la definición y reconocimiento de las modalidades presencial, intensiva, virtual, autoplaneada y mixta, que conforman la oferta oficial de educación media superior; c) la profesionalización de los servicios educativos, en el que se incluye: un perfil docente con base en ocho competencias; un programa de formación para desarrollar esas competencias; un programa de titulación de docentes para revertir el rezago existente; definición de un perfil del director de plantel; y la aplicación de la prueba Enlace; y d) la certificación nacional complementaria, es decir, la acreditación de la operación de los bachilleratos existentes, a través de la creación de diferentes consejos y asociaciones de evaluación de la educación media. Estos últimos, según las previsiones que se tenían, comenzarían a instaurarse en este año.

Como se puede apreciar, se trata, efectivamente, de una reforma amplia y profunda; normada a través de una docena de acuerdos secretariales. Uno de sus mayores aciertos, aparte de su diseño y puesta en marcha en un periodo breve, fue el ingreso de los directores de los planteles federales mediante concursos de oposición, como se había indicado en el programa sectorial. En el pasado tercer informe de gobierno, se estimaba que para el final del 2009 habían ingresado alrededor de 434 directivos por concurso, una cifra cercana al 40 por ciento del total de planteles federales.

Otro aspecto positivo, en la instrumentación de la reforma, fue la rectificación que hizo en torno a la supresión de la asignatura de filosofía en el currículo básico de la educación media superior, particularmente por las protestas que generó en el gremio de los filósofos y en la opinión pública. La aplicación de la prueba Enlace al nivel medio superior es un logro menos evidente, en parte porque no estaba en la agenda del programa sectorial, por la dudas que generó su expansión al comienzo de la actual administración y los conflictos con el INEE y el Ceneval, pero también en parte por las críticas sobre la prueba y los conflictos que persisten en la actualidad por los usos de sus resultados, los cuales han motivado que la UNAM se haya negado a participar de la aplicación.

No todo es miel sobre hojuelas. La principal crítica que se ha formulado a la RIEMS es su limitado enfoque basado en competencias. Ese es su principal problema: se limita a puntualizar a detalle un entrenamiento y olvida el marco pedagógico y la reflexión conceptual. Por ello la reacción de los filósofos y académicos.

Tal vez es demasiado pronto para una valoración absoluta de la RIEMS, un par de años es insuficiente para apreciar logros y problemas. Sin embargo, es claro que con la salida del principal responsable de su puesta en marcha, Miguel Székely, se cierra un ciclo de la reforma y se abre una zona de incertidumbre sobre su derrotero. A pesar de que el mismo ex subsecretario, al despedirse del cargo, dijo que había dejado todo documentado y con metas precisas que no eran personales si no institucionales, nada garantiza que las iniciativas continuaran de la misma forma. Lo cierto es que comienza un nuevo ciclo político, el secretario de educación con otro círculo de colaboradores y con un subsecretario de educación media superior, Miguel Ángel Martínez, que se desempañaba como secretario de educación de Jalisco.
Publicado en la revsita "Educación 2001" No. 177. Febrero de 2010.

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