El proyecto en
marcha de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
no es reciente. Comenzó a perfilarse en el 2006, precisamente al iniciar la
gestión del actual secretario general de la organización, José Ángel Gurría,
aunque fue al año siguiente cuando se integró el grupo de expertos que trabajan
en su diseño.
La iniciativa
se denomina “Evaluación Internacional de los
Resultados del Aprendizaje en la Educación Superior”
(AHELO, por sus siglas en inglés). Un tipo de prueba PISA para el nivel superior,
puesto que tratará de precisar los conocimientos y habilidades de los egresados
de una carrera universitaria y tal vez su preparación para un eventual ingreso
al mercado laboral.
Es notable el contraste
entre la evaluación de aprendizajes y destrezas en el nivel básico y el
superior. En el primero se trata de un cúmulo de habilidades y conocimientos
relativamente homogéneos y compartidos en diferentes culturas y países. Por la
misma razón no ha sido difícil establecer estándares de desempeño. A pesar de
los sesgos, la prueba PISA se ha convertido en punto de referencia para
comparar niveles de preparación de los jóvenes de 15 años; no solamente de los
países miembros de la OCDE.
En el caso de
la educación superior, por el contrario, se trata de un panorama sumamente
heterogéneo. En primer lugar, por las múltiples y muy variadas especialidades
de las instituciones; un gradiente que cubre todo el espectro de áreas de
conocimiento y que conduce a formaciones muy diferentes. En segundo lugar, por
los distintos sectores institucionales que forman parte del nivel superior y cuyas
estructuras y modalidades difieren grandemente entre sí.
Claro, la
diversidad del nivel superior no ha sido obstáculo para tratar de establecer y
compartir ciertos estándares al interior de las naciones, entre bloques
regionales y alianzas de diferente naturaleza. Las iniciativas que se han
puesto en marcha de aseguramiento de la calidad en instituciones de educación
superior y la proliferación de organismos certificadores han caminado en ese
sentido.
No obstante,
el reto de diseñar una prueba a gran escala y de alcance internacional para el
nivel superior tiene otra dimensión y otras implicaciones. El proyecto AHELO,
precisamente, está a la búsqueda de una prueba que permita la comparación de
los resultados de los egresados, independientemente del país y del idioma que
hablen. Seguramente, primero, como ocurrió con PISA, con aplicación para los
países miembros de la organización económica y luego expandiéndose a otras
naciones.
La elaboración
de la prueba no ha sido un asunto sencillo; los avances han sido muy graduales,
aunque sostenidos. Desde el inicio del 2010 y hasta mediados del año pasado el
grupo de expertos se dedicó a tratar de precisar la viabilidad de la
comparación internacional mediante la elaboración de esquemas e instrumentos de
evaluación con validez en diferentes contextos institucionales, lingüísticos y
culturales.
La evaluación
del aprendizaje se concentra en las habilidades que los
estudiantes deberán adquirir en todas las materias (evaluación genérica) y las habilidades
en aspectos específicos de cada área de conocimiento (aunque ahora solamente se
concentra en economía e ingeniería).
Desde el año
anterior el grupo de expertos conduce un estudio de factibilidad de
implementación de los instrumentos, el cual involucró a 17 países (México
incluido, con casi 3 mil estudiantes, 14 instituciones, entre ellas las
universidades de Guadalajara, San Luis Potosí y Yucatán), alrededor de 23 mil
estudiantes, casi 5 mil profesores y poco más de 270 instituciones educativas.
El aplicación
del estudio de factibilidad concluyó el mes anterior y el reporte deberá estar
listo al final de este año. Al parecer, los resultados preliminares todavía no
permiten determinar si se puede alcanzar un consenso internacional sobre un
esquema de evaluación de habilidades genéricas, pero el caso contrario sería en
la definición de logros de aprendizaje específicos por disciplina, al menos
para ingeniería y economía (“Interim
Feasibility Study Report”) .
Los resultados definitivos se conocerán el próximo mes de diciembre y algunas de las implicaciones se
discutirán en una conferencia en marzo de 2013. Queda en suspenso hasta donde
llegará el consenso internacional y si la evaluación es para los jóvenes o para
las instituciones.
(Publicado en Campus Milenio No. 473. Agosto 9, 2012: 9)
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