Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 686. Diciembre 15, 2016)
Desde fines de los años ochenta,
con el Programa para la Modernización Educativa, el gobierno federal ha buscado
llevar los dispositivos tecnológicos a todos los salones de clase. Aunque en lo
que va del siglo es cuando más se ha experimentado con el uso de las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en las aulas, por lo
menos a gran escala. Desafortunadamente, no ha resultado nada sencillo
convertir las intenciones en logros visibles y los programas han sido decepcionantes.
Seguramente el que está por comenzar también lo será.
El año próximo se pondrá en
marcha “@prende 2.0” y se ha planteado que se trata de una “nueva estrategia integral que
ayudará a educar para la libertad y la creatividad” (SEP. 08.11.2016). Sea lo
que sea que eso signifique. Y sí, hasta ahora solamente se han dado a conocer
los trazos más generales de la nueva iniciativa, faltan los imprescindibles y
detallados pasos para pasar del anuncio gubernamental a la cotidianidad de los
salones de clase.
Según la información de SEP el
programa incluirá: la capacitación de maestros; una plataforma con contenidos;
la instalación de aulas con equipamiento y conectividad; y una evaluación
constante. Hasta donde se ha informado la capacitación iniciará con el programa,
pero el esquema y los contenidos de la plataforma ya se pueden consultar (http://aprende.edu.mx). El sitio web se desdobla en tres secciones y
tienen al docente como principal referente, aunque dice que solamente una de
ellas está dirigida a él y las otras dos son para padres de familia y alumnos.
El nuevo programa, a juzgar por su
título de @prende 2.0, busca concentrarse en el aprendizaje, conjuntar
diferentes usuarios y provocar una mayor interacción digital. Tal parece que
después de muchas denominaciones y variados intentos de utilizar las TIC con
propósitos educativos, ha comenzado a generar un cierto consenso el principio
de que el aprendizaje debe ser el eje principal de estos esfuerzos. Sin
embargo, es más fácil decirlo que lograr un verdadero aprendizaje
Por cierto, el nombre y la
plataforma de @prende 2.0 guardan cierta similitud con la iniciativa que en
junio de este año lanzó la fundación Carlos Slim. Una circunstancia nada
fortuita. ¿Usted recuerda el programa de Slim? El que está en marcha desde
junio de este año, se llama app-prende (aprende.org), la plataforma también
ofrece contenidos, pero no están dirigidos especialmente a los docentes y van desde
el nivel básico hasta superior.
El otro aspecto del programa
gubernamental que llama la atención es la referencia “2.0”. Es de suponerse que
no se refiere a un segundo intento de implementación, si así fuera el número
sería mucho más elevado. Seguramente es en alusión a eso que en informática se
ha denominado la web 2.0, para
diferenciarla de la primera versión en la que usuarios pasivos solamente
descargaban o subían información, pero no podían modificar nada ni interactuar
con nadie. La principal característica de la web 2.0 es que el usuario es parte activa de los contenidos, se
relaciona y colabora con otros usuarios, al mismo tiempo que utiliza diferentes
aplicaciones disponibles en el sitio.
Nada mal si @prende 2.0 es capaz
de conjuntar esfuerzos, propiciar la interacción y colaboración entre docentes
y alumnos para lograr un aprendizaje significativo. Sin embargo, faltan los
detalles de cómo se podrán articular unos y otros, porque lo único que se ve en
la plataforma son finalidades divergentes y como la literatura lo ha mostrado,
la diferencia generacional y de habilidades constituyen el principal escollo a
salvar.
Otro asunto es el alcance de
@prende 2.0. El plan de la SEP es que el año próximo comenzará una fase piloto
en tres mil escuelas y cada una tendrá 20 o 30 dispositivos que funcionarán a
través del “programa México conectado”. Este último está bajo la
responsabilidad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y tiene
como propósito llevar Internet de banda ancha a diferentes espacios públicos.
Un gran avance si la SCT
resolverá el problema de la conectividad a Internet en las tres mil escuelas
piloto, pero en educación básica suman más de 220 mil planteles. Así que no
está a la vista como escalará el programa y menos si consideramos el recorte
presupuestal del año próximo. Respecto del presupuesto de este año, SEP y SCT
fueron las secretarías con el mayor recorte para 2017; la primera con 37 mil
millones de pesos menos y la segunda con 27 mil millones.
No menos complicado de resolver
será la escala de tiempo para poner en marcha el programa. Es obvio que la
actual administración ya está en el último tercio de su periodo, cuando la hora
de planear ya pasó y debiera estar totalmente en el tiempo de la implementación
o de los primeros resultados. Así que pensar en un programa piloto para el 2017
y expandirlo en el último año de mandato, no parece nada lógico ni posible.
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