Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 832. Enero
9, 2020. Pág. 5)
Después de poco
más de un año de estar en funciones, cabría suponer que la actual
administración del sector científico y tecnológico dejó atrás la curva de
aprendizaje. Ahora le toca asumir plena responsabilidad del cargo, poner en marcha
lo que tanto ha declarado y comenzar a mostrar resultados. El 2020 también es
el año de aniversario del Conacyt y medio siglo no es poca cosa.
Si 2019 fue el
año para conocer los pormenores y las complejidades del sector, un tiempo que
todavía daba para escabullir responsabilidades, echar la culpa a alguien más, tanto
como para la agria confrontación y los encuentros ríspidos con miembros de la
comunidad, ahora corresponde el turno a las estrategias, acciones y logros.
El año 2020, con
un presupuesto aprobado, con entera responsabilidad de las autoridades
sectoriales en la distribución de recursos financieros y la anticipación de un
itinerario para el diseño normativo, marca las coordenadas en las que navegará
el sistema en su conjunto.
En estos días
debe publicarse el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación
(Peciti). El límite sería el domingo 12 de enero porque la norma dice que debe
estar listo seis meses después de la presentación del Plan Nacional de
Desarrollo (PND) y éste se publicó el pasado 12 de agosto.
Todo parece
indicar que el el Peciti ya está elaborado desde el pasado 21 de diciembre y
solamente restaría su aparición en el Diario
Oficial de la Federación. Al menos así cabría suponerlo porque la directora
de Conacyt, desde su cuenta personal de Twitter,
informó que el Consejo General de Investigación
Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación (CGICDTI), sesionó el día
indicado y ahí mismo lo aprobó. Lo raro es que Conacyt no emitió ningún
comunicado oficial al respecto. ¿Cuál es el diagnóstico del sector y cuáles las
prioridades? No están a la vista.
El
CGICDTI es el máximo órgano de política del sector, lo preside el ejecutivo
federal y debe aprobar, entre otras cosas, el programa sectorial. En periodos
anteriores, el programa estaba listo en los tiempos previstos, pero no se
presentaba oficialmente porque carecía de la aprobación del Consejo,
simplemente porque éste no lograba reunirse por la agenda del presidente. ¿Y
ahora porque no se ha publicado? Tal vez porque no será cabeza de playa.
Por
cierto, aunque debería, no está disponible públicamente el acta de la reunión
del CGICDTI. ¿Fueron irregulares la convocatoria y la sesión misma? Sí. La Ley
de Ciencia y Tecnología, todavía vigente, dice que la coordinación general del Foro
Consultivo Científico y Tecnológico forma parte de esa instancia. Sin embargo,
seguramente por la disputa que sostiene con el Conacyt, la coordinadora del
Foro no fue convocada y el Peciti no tendrá ese aval; el Foro se inconformó
públicamente. Lo sorprendente es que incumplir la ley no tiene ninguna
consecuencia.
Tampoco
hay certeza de si el Peciti conservará la
denominación de “programa especial”. Según la Ley de Planeación, en el PND se
deben indicar qué programas lo son, el problema es que el actual Plan es un
documento atípico y, por supuesto, no indica nada al respecto. Los programas
especiales lo son porque se refieren a “prioridades del desarrollo integral del
país” o a las actividades de dos o más dependencias gubernamentales. ¿Entonces?
Probablemente una irregularidad más.
En este año, de
acuerdo al artículo sexto transitorio de la reciente reforma del artículo 3º
constitucional, el Congreso deberá expedir “las Leyes Generales en materia de Educación
Superior y de Ciencia, Tecnología e Innovación “. La misma Álvarez Buylla, en su
cuenta personal de Twitter, informó
que se creó una comisión intersecretarial para integrar un anteproyecto de ley.
Pero ¿quiénes o cómo se integrará?
¿Qué ocurrirá con las variadas opiniones que se han pronunciado? ¿Prevalecerá
una centralización gubernamental?
Por último, al final de este año, se cumplirán
los primeros 50 años del Conacyt. El 29 de diciembre de 1970 fue publicado el
decreto de ley, firmado por Luis Echeverría Álvarez, entonces presidente de la
República y por otros siete secretarios de Estado, entre ellos los de Educación
y Gobernación, Víctor Bravo Ahuja y Mario Moya Palencia, respectivamente.
A lo largo de estos años el Conacyt, el sector
y México, paulatina e inexorablemente, se han transformado. El primero no
solamente se ha expandido y está más arraigado, también ha dejado de ser un
organismo dependiente de una secretaría. Actualmente goza de autonomía técnica,
operativa y administrativa, tiene un ramo de gasto propio en el presupuesto,
así como la posibilidad de coordinar los esfuerzos en materia de ciencia y
tecnología.
No obstante, en este año, comenzando por la
posibilidad de cambiarle el nombre mismo al organismo, luego con un cada vez
menor control del gasto del sector y, paradójicamente, intentando a toda costa
centralizar las decisiones, Conacyt se encamina a celebrar medio siglo de vida.
¿Cuál será su derrotero? Lo estamos presenciando.
Tiempos inciertos con demasiadas interrogantes.
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