Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio. No. 850. Mayo 21 de 2020. Pág.
4)
Todo fue muy breve. La solicitud
de donación a los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), las
reacciones inmediatas de los interpelados, las posteriores aclaraciones de la
autoridad sectorial y, finalmente, su cancelación. Todo pasó en el reciente fin
de semana y quizás para muchos careció de importancia. No es así.
Los directamente involucrados no
llegan ni al diez por ciento de las más de 400 mil plazas de profesores del sistema
de educación superior. No obstante, son el personal de más alto nivel, cuentan
con las mayores credenciales académicas y acaso expresan, a escala, lo que
ocurre con otros sectores.
Las redes sociales y los medios
impresos dieron cabida a diferentes versiones y los más variados argumentos sobre
los hechos. Seguramente todos ellos tienen algo de justificación. Sin embargo, tal
vez la erosión paulatina de la confianza en la institución podría explicar otra
parte de lo que ocurrió recientemente en el sector científico y tecnológico.
El SNI es ese programa bajo la
responsabilidad de Conacyt, en operación desde 1984 y originalmente puesto en
marcha para remediar los efectos de la crisis económica de los años ochenta en
el salario de los científicos. Desde entonces, se dijo, procuraba la retención
de los científicos en el país, porque otorga incentivos mensuales a quienes
demuestran un desempeño sobresaliente y alta productividad.
Después de más de 35 años, el SNI
forma parte de las rutinas institucionales y la vida salarial de los
investigadores. Una cierta seguridad. La proporción que representa en el salario
total de los académicos es muy variable, porque depende del nivel obtenido, la
adscripción institucional, el nombramiento, la región geográfica y la
antigüedad, entre otros aspectos. Sin embargo, en todos los casos es un
porcentaje significativo y en muchos otros imprescindible.
La solicitud de donación
voluntaria para el sistema de salud de uno, dos o tres meses del incentivo que
reciben los miembros del SNI, como proponía la comunicación que llegó al buzón electrónico
de los investigadores, fue recibido con desconfianza, sorpresa y ciertas dudas.
Una desconfianza que tiene su
asidero en lo que ha ocurrido con el sector. ¿Recuerda usted cuando todo
parecía indicar que se cancelaban las convocatorias de Conacyt antes de iniciar
el actual periodo de gobierno? O bien, cuando no era claro si continuaba o no
el programa Cátedras para jóvenes investigadores, tampoco el otorgamiento de
becas de posgrado en el extranjero o la autorización a académicos para salir
del país.
Lo mismo con las restricciones y
disminución de los gastos de operación en los Centros Públicos de Investigación,
los incentivos para el sector privado, la eliminación de fideicomisos públicos,
el fallido proyecto de ley para el sector, las modificaciones de ordenamientos
secundarios sin nueva ley e incluso la misma selección de integrantes de las
comisiones dictaminadoras del SNI, entre otras.
Algunas medidas no se llevaron a
efecto, otras se atemperaron y unas más se confirmaron, pero todas ellas han
generado un clima de inestabilidad e incertidumbre en el sector. En el pasado
también se registró, pero ahora se ha acentuado. El asunto es que la confianza
es contingente a la vida social, mira el pasado y se dirige al futuro, se
despliega en el presente y en lo que podrá ser, por eso desempeña un papel
clave en el funcionamiento y desarrollo de las instituciones, en la forma de
hacer frente a los problemas y en la interrelación entre individuos e
instituciones.
El proceder de las autoridades no
ha contribuido a fortalecer la confianza. Ahora menos. En el caso particular de
la solicitud de donación no hubo ningún boletín oficial del Conacyt, ni
siquiera un aviso en su página electrónica. ¿O fue precisamente por los
antecedentes? Adicionalmente, no todos los integrantes recibieron la
comunicación al mismo tiempo y el oficio estaba firmado por la doctora María
del Carmen de la Peza Casares, directora adjunta de Desarrollo Científico del
Conacyt, no por la titular del organismo.
Tampoco ayudó que el oficio
firmado tuviera un error en el RFC de la institución que recibiría las
donaciones. Un aspecto menor que se agravó porque las autoridades del sector no
confirmaron de manera inmediata a los medios la autenticidad del documento. Hasta
el día siguiente emitieron un nuevo oficio para aclarar que sí era legítimo y
precisar que el Conacyt no tenía ninguna mediación o intervención en los
donativos.
Al final, una cadena de
acontecimientos que suman el naufragio de la confianza, precisamente cuando más
se necesita para una causa noble que demanda la solidaridad de todos nosotros.
El retiro de la iniciativa no fue una rectificación de las propias autoridades
del sector, el mismo presidente López Obrador, al abordar el asunto dijo que se
trataba de una iniciativa de buena fe de Conacyt que involucraba al gobierno,
pero viendo las protestaban que se habían levantado: “ya hablamos con la
directora del Conacyt para pedirle que retirara esa convocatoria” (18.05.2020).
No hay comentarios:
Publicar un comentario