En junio de
este año, en los tiempos de la campaña presidencial, cuando comenzó la presión a
los entonces aspirantes a la presidencia para que crearan una secretaría de
ciencia y tecnología, el también candidato al gobierno del DF, Miguel Ángel
Mancera, ofreció crearla para el DF, prácticamente sin que nadie se lo solicitara
públicamente.
Desde
entonces, la idea de elevar a rango de secretaría al actual Instituto de
Ciencia y Tecnología del DF (ICyTDF) parecía un acicate a la reticente política
pública federal. Actualmente, tanto a nivel federal como local se aprestan a
tomar posesión los respectivos gobernantes y también persiste el paralelismo en
crear una nueva estructura administrativa para la ciencia y la tecnología.
A nivel
federal, ya lo hemos comentado, la negativa inicial del presidente electo Enrique
Peña Nieto, hoy no parece tan rotunda ni definitiva. Por el contrario, más bien
se ha trocado en un “déjenme valorarla y analizarla”, cuando la comunidad
académica le presentó hace unas semanas el documento Hacia una agenda nacional en
ciencia, tecnología e innovación.
Sin embargo, es
incierta la forma como se resolvería el ajuste administrativo. Apenas en el
2010 se discutía suprimir las secretarías de la Función Pública, Turismo y
Reforma Agraria. Otro asunto a considerar es el crecimiento de plazas de alto
nivel en las dos recientes administraciones panistas. Según el Instituto
Belisario Domínguez del Senado, las plazas de subsecretarios y directores
generales se incrementó 127 por ciento entre el 2001 y 2012 (Enfoque No. 962, 14/10/12: 15).
En el caso del
DF, el jefe de gobierno electo, después de la campaña electoral, públicamente
no volvió a tocar el tema de elevar a secretaría el ICyTDF. No obstante, la
Asamblea Legislativa del DF (ALDF) se sumó a las voces que incitan a Peña Nieto
a crear la nueva secretaría y se anticipó a la propuesta de cambiar de estatus
al ICyTDF.
La Asamblea
emitió el pasado 16 de octubre un punto de acuerdo, mediante el cual exhorta a Enrique Peña Nieto, a
crear la Secretaría de Ciencia y Tecnología, tal y como le fue sugerido en el documento
Hacia
una agenda nacional en ciencia, tecnología e innovación. Y fue un
representante del Partido Acción Nacional, Federico Döring, el encargado de
presentar la propuesta en tribuna.
Posteriormente, en la misma Asamblea
Legislativa, la diputada Ariadna Montiel Reyes del Partido de la Revolución
Democrática a nombre de otros 18 diputados más, presentó un proyecto de decreto para reformar la Ley
Orgánica de la Administración Pública del Distrito Federal (Versión
estenográfica 18/10/12).
El artículo 15 de la ley orgánica local
establece el número de dependencias que apoyan al jefe de gobierno, las cuales
suman actualmente 20. La propuesta básicamente consiste en adicionar una
fracción más a tal artículo para dar lugar a la Secretaría de Ciencia, Tecnología
e Innovación Productiva (SECITIP). Vale la pena notar que está fuera de
discusión si incluye a la educación superior en la denominación --como sí
ocurre a nivel federal-- y explícitamente indica “innovación productiva”.
La reforma también adiciona los artículos 32
Ter y Quater, en los cuales se precisan las funciones y atribuciones de la
nueva secretaría, así como los requisitos que deberá cumplir quien aspire a
ocupar su titularidad. Entonces, si se aprobara la iniciativa quedaría abrogada
la ley del actual ICyTDF.
El Instituto
local apenas tiene seis años de creado --por cierto, su primera directora fue
Esther Orozco, quien no concluyó su gestión por asumir la rectoría de la UACM
en el 2010--, pero llama la atención que en la exposición de motivos del
proyecto de reforma para elevarlo a rango de secretaría se indican casi los
mismos argumentos de insuficiencia que los esgrimidos para cambiar el estatus
de Conacyt.
También
sorprende que la iniciativa de reforma explícitamente señala que la nueva secretaría “no
deberá conllevar impacto presupuestal”. O bien, con una redacción relativamente
críptica se anota que los recursos del actual Instituto “deberán ser suficientes
para sufragar la operación de la nueva Dependencia”.
(Publicado en Campus Milenio. No. 485. Noviembre 1, 2012)
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