Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 708. Junio 8, 2017. Pág. 5)
El ofrecimiento de una patria francesa
para investigadores estadounidenses, aquellos que estuvieran en desacuerdo con
las posiciones políticas y las inusitadas decisiones de Donald Trump, no fue solamente
una oferta de campaña de Emmanuel Macron. El ahora presidente francés redobla la
invitación.
Tal vez usted leyó aquí, el mes
pasado, ese mensaje que dirigió el entonces candidato Macron a la comunidad de
investigadores de Estados Unidos en feberero de este año. Por esa razón, dijimos
que podríamos estar ante el inicio de un ajuste importante en los polos de
atracción de personas con altos niveles de calificación (Campus Milenio No. 704).
En aquel momento, aunque ya se
preveía lo que podría ocurrir, Trump todavía no tomaba una decisión sobre la
ratificación o retiro estadounidense del Acuerdo de París sobre cambio
climático. De hecho, la reunión del G7 (los siete países que representan las
economías más sólidas del mundo y a las cuales pertenece Estados Unidos) en
Italia, al final del mes pasado, incrementó la presión para que EE. UU
permanciera en el Acuerdo. No lo lograron; ni en materia ambiental ni de
comercio ni de nada. La canciller alemana Angela Merkel se refirió a la
negociación como “difícil e insatisfactoria” (El País 28.05.2017).
La decisión sobre la permanencia
estadounidense en el Acuerdo de París siguió en la ambigüedad en los días
posteriores al encuentro eruopeo. Lo que más llamó la atención fue la ausencia
de un grupo de alto nivel, técnicamente especializado en materia ambiental, en
el círculo de asesores más cercano a Trump para tomar la decisión. Así que todo
parecía indicar que el mandatario lo haría conforme el criterio político de sus
consejeros y el imprevisible ánimo con el que se despertara. Y así fue.
En el primer día de este mes anunció:
“Para cumplir mi deber solemne de proteger a Estados Unidos y a sus ciudadanos,
Estados Unidos se retirará del acuerdo climático de París, pero comenzará
negociaciones para el reingreso ya sea de ese acuerdo o una transacción nueva
en términos que sean justos para Estados Unidos” (New York Times 01.06.2017).
Una muy mala noticia, sea cual
sea el lado que se le vea. No solamente porque Estados Unidos ocupa el segundo lugar
como país responsable de la emisión de gases de efecto invernadero –en la
primera posición está China--, porque son cada vez más obvias y rotundas las
consecuencias del cambio climático y el calentamiento en todo el planeta o
porque casi todos los países del mundo han suscrito el Acuerdo de París.
También lo es porque Trump ignoró
completamente la evidencia científica para tomar la decisión y el principal
reclamo de la comunidad de investigadores: “defender el papel de la ciencia en
la política pública y en la sociedad”. Esa fue la principal bandera de las más
de 600 marchas por la ciencia que se realizaron en diferentes partes del mundo
el pasado 22 de abril, significativamente el día de la Tierra y cuyo epicentro
fue Washington, D.C.
Añadamos que los mismos
corporativos estadounidenses (Exxon,
Facebook, Chevron, Google, Kellogs’s, entre muchos otros), estuvieron en
desacuerdo con el retiro del Acuerdo de París y han manifestado que continuarán
su respaldo a las acciones para mitigar el cambio climático. Es más, ni
siquiera los contribuyentes de Pittsburgh
están de acuerdo con la decisión. El alcalde de esa ciudad, esa que
supuestamente se beneficiaría con la decisión de Trump, dijo que fue una
decisión “imprudente e inaceptable” (Milenio
Diario 02.06.2017).
Al conocer la decision de Trump,
los mandatarios de Alemania, Francia e Italia declararon conjuntamente su
convencimiento “de que el Acuerdo no puede ser renegociado”, en referencia a la
idea de abrir nuevamente las negociaciones. China dijo que continuaría con sus
compromisos de reducción de gases de efecto invernadero. La ONU calificó de
“decepcionante” la salida de Estados Unidos.
En resumen, una muy mala decisión
para todos, pero tal vez lo será principalmente para Estados Unidos. Esa nación
que era un polo de atracción para los jóvenes talentos, el de las prestigiadas universidades
en las que todo mundo quería un lugar, el de los fenomenales descubrimientos,
los increíbles laboratorios y las grandes compañías tecnológicas, se convertirá
en lo opuesto. Los efectos serán irreversibles, aunque se llevará su tiempo.
Tal vez el presidente Macron lo
ve con claridad y el mismo día que Trump anunció la salida del Acuerdo, reiteró
en video la invitación de meses atrás: “A todos los científicos, ingenieros,
emprendedores, ciudadanos responsables que están decepcionados por la decisión
de los EE. UU: vengan con nosotros a trabajar juntos en soluciones concretas
para nuestro clima y nuestro ambiente” (@EmmanuelMacron).
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