Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio
No. 676. Octubre 6, 2016. p. 5)
La idea de erradicar el rezago educativo forma parte de las
prioridades indelebles de cada administración gubernamental. Aunque, en las
líneas de acción del actual programa sectorial y su anotación de “cruzada
nacional”, no figuraron estrategias novedosas ni parecía estar claro cómo
habría de conseguirse.
Apenas, hace poco más de un año, en mayo de 2015, se
publicó el programa institucional del Instituto Nacional de Educación para los
Adultos (INEA): “Programa de Alfabetización y Abatimiento del Rezago Educativo
2014-2018”. Ahí se anotó que, en caso de no intervenir, un volumen importante
de personas se sumaría a las cifras del rezago, por lo que se propuso, para el
final de esta administración, reducir en 50 por ciento el índice de
analfabetismo y en cinco puntos porcentuales el rezago educativo.
Las metas planteadas demandaban un esfuerzo importante,
principalmente en materia de alfabetización. Los datos del censo del 2010, por
primera vez en décadas y antes de cualquier programa de esta administración, mostraron
una tendencia a la baja en la estimación del rezago. Es decir, tanto por la
dinámica demográfica como por los programas instrumentados a lo largo del
tiempo, el rezago parecía comenzar a ceder. Sin embargo, con todo, el volumen
del rezago era y es muy relevante.
Según las cifras del censo de población del 2010, para ese
año el número de personas que se encontraban en situación de rezago educativo
sumaban 31.9 millones. De ese total, 5.4 millones no sabían leer ni escribir
(mayormente mujeres e indígenas), 10 millones no habían concluido su educación
primaria y otros 16.4 millones no terminaron la secundaria. En ese mismo año,
en el sistema escolarizado, estaban matriculados 25.6 millones de niños y
adolescentes en educación básica. Esto es, las personas analfabetas o que no
concluyeron su educación básica eran más que el total de inscritos en el
sistema escolar en ese nivel. Nada menos.
El Programa para abatir el rezago, para efectos prácticos,
se proponía sacar del rezago a alrededor de cinco millones de personas en el
transcurso de esta administración. Es decir, alfabetizar a 2.2 millones de
personas (el índice de analfabetismo en los mayores de 15 años pasaría de 6 por
ciento a 3.4 por ciento) y que otra cantidad relativamente similar concluyera
su educación primaria o secundaria (el índice iría de 37.6 por ciento a 32.9
por ciento en el mismo grupo de edad).
Tómese en consideración que el INEA ha logrado que cada
año, como promedio y desde su creación, casi 700 mil personas abandonen las
filas del rezago educativo. La actual administración se proponía incrementar la
cifra a alrededor de 900 mil o un millón.
El reto parecía mayor porque, a pesar de que el programa
especial contenía un número importante de estrategias y líneas de acción para
alcanzar su meta, en las que solicitaba apoyo de diferentes dependencias y el
reforzamiento de distintos programas en marcha, no resaltaban formas novedosas
de atención.
Sin embargo, en marzo de este año, como aquí mismo lo
comentamos (CampusMilenio No. 649),
se dio a conocer otra línea de acción: el Programa Especial de Certificación
(PEC). Un programa dirigido a reconocer saberes en las personas mayores de 15
años que no habían concluido su educación básica y que, en su caso, podrían
acreditar y certificar.
El dato sorprendente es que, la semana pasada, con motivo
del aniversario del INEA, el presidente Enrique Peña Nieto y el secretario de
Educación, en el Estado de México, encabezaron una ceremonia para celebrar la
entrega del certificado “un millón y medio”. Es decir, pareciera que la cifra no
solamente se incrementó, el promedio anual más que se duplicó. Incluso Peña
Nieto dijo que la meta será entregar 6 millones de certificados. Pero ¿todos
los certificados fueron o serán otorgados a través del PEC?
En sus discursos, ni el secretario ni el presidente
especificaron la procedencia del certificado. De hecho, la información oficial
de la presidencia es errónea, dice que “se estaría certificando, en esta
administración, el 60 por ciento de lo que se certificó en 35 años de historia
del INEA”. Incorrecto. A la fecha, el organismo ha certificado poco menos de 30
millones de personas y, de ellos, alfabetizó a poco más de 12 millones.
De cualquier forma, el incremento sí es importante. Los
datos del más reciente informe de gobierno dicen que a través del PEC se
lograron un total de “640 mil 473 conclusiones de nivel”. Además, añade que 1.5
millones de personas (en cifras redondas) “concluyeron satisfactoriamente un
nivel educativo durante septiembre de 2015 y agosto de 2016” (p. 367).
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